1948-2022

EL AVARO

Atesoro los bienes de este mundo

como prendas del otro que me espera.

Sé que mi dividendo es infecundo:

reboza desamparo mi cartera.

Sudo frío y me toman por astuto,

por desprecio persigo la riqueza.

Palpo en cada moneda el absoluto,

leo en la muerte como en un poema.

Y mido las palabras, cuento sílabas

como centavos o como minutos.

Almaceno los restos de la vida

(guardo una perla en mis dedos enjutos).

Es avidez, es ambición, codicia.

Y no es nada, es el miedo diminuto

de un Dios que en mí esconde su avaricia

y yo, inconcluso, ayuno y acumulo.

Por su culpa y su abuso yo calculo

los días que me faltan en la cuenta,

la incertidumbre de metal la cubro,

y sólo acopio huesos y promesas.

ÚLTIMO VIAJE

Soy el dueño de los presentimientos, ausculté
al borde de mi almohada,
los contaba como ecos que volvían del abismo
hechos poema.

Y me acerqué al pozo.

La aventura del verbo había ido lejos.
Lo que quedó por decir latía en penumbra
para mejor adivinar todo lo dicho, mar infinito
donde navega el viscoso animal en mi poema.

Entonces vi el coral arcaico
sobre el que deslizaba la medusa. 
Aprendí a ser la anémona y la quemadura,
yo vivo entre lo dicho y lo que silencié.

Y mis preguntas caen como piedras.

HORIZONTE

Más allá de los pinos está el Uruguay.

¿Y después?

Después vienen mis muertos.